En mi casa, a las muñecas de papel, las llamábamos “mariquitas”. Las muñecas recortables podían consistir en una simple lámina de papel donde iba dibujada la muñeca y un conjunto de vestidos con unas pequeñas solapas que ayudaban a sujetar los vestidos a la muñeca o podía estar formada por un cuadernillo con una portada de cartón. En dicha portada iba pintada la muñeca que había que recortar (Así la muñeca tiene más consistencia ) y en el resto de hojas ya de papel estarían pintados los diferentes vestidos para la muñeca.
Cuando pienso en los recortables un poquito de pena se adueña de mi. Pocas cosas guardé de mi infancia pero durante años en mi cajón había una especie de revista que en sus hojas guardaba los recortables que nos regalaba mi abuela. Cada vez que venía a visitarnos a casa nos traía a mis hermanas y a mi unos muñecos recortables que yo recuerdo preciosos. No sólo había que ponerse con las tijeras y pasar un rato divertido recortándolos sino que luego podías jugar con ellos, podías cambiar infinitas veces de traje a las muñecas. Recuerdo que junto a mis hermanas colocábamos las figuras y los vestidos como si estuviesen en una casa. No recuerdo haber jugado mucho a las clásicas muñecas pero si recuerdo pasar el tiempo con los recortables probando los numerosos trajes a la muñeca. De aquí quizás venga mi pasión por el papel. Como os decía la revista y dentro los recortables estuvieron en un cajón donde guardaba mis pequeñas pertenencias durante la adolescencia y mientras estudiaba la carrera pero cuando me fui de casa de mis padres cometí la torpeza de no llevármelos ese mismo día conmigo. A los tres meses cuando fui a buscarlos el cajón estaba ocupado por cosas que no eran mías. El tener seis hermanos que intentan expandirse en el espacio es lo que tiene. Ya nunca más supe de ellos. De la colección recuerdo con cariño las muñecas recortables de cartón duro, sobre todo unas que tenían pelo. Recuerdo también otras que no eran dibujadas sino que las figuras eran como los muñecos bebes de verdad.
No pude rescatar mis recortables pero en cambio si pude rescatar algunos de los de mi madre de la basura cuando se limpió el trastero de casa de mi abuela. Estos se los regaló en la guerra civil un amigo de la familia que fue a EEUU.
También guardo los recortables de los príncipes de Gales cuando se casarón y pensaban que comerían perdices.
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